Agobiado por el sueño producto de las pocas horas dedicadas a dormir, decido ver una película de corta duración y reviso "Incidente en Ox Bow", que dura unos escasos 70 minutos.
Sin embargo, y pese a ser de corto metraje, es una gran e intensa película. Es un western que, excepción hecha de los amantes de este genero, debe ser muy desconocido ya que no figura en las obras de referencia del género como, por ejemplo, "La diligencia", de la que mucha gente, aún no habiéndola visto, conoce de su existencia.
Siendo un film de género, la solidez del guión, escrito por Lamar Trotti, lo convierte en algo más y en una de las reflexiones más interesantes que conozco en el cine sobre el linchamiento y, en definitiva, la pena de muerte, aplicada actualmente en EEUU en muchos casos en los que existen dudas razonables sobre la culpabilidad de los condenados.
En una época como la actual en que los juicios mediáticos y paralelos están tan de moda (Urdangarín, Marta del Castillo, etc.), la película plantea la necesidad de asegurar un procedimiento con garantías para el inculpado con el objeto de garantizar la presunción de inocencia. Unos meros indicios, poco consistentes, y sin ningún ánimo de verificación por parte de los linchadores, que se atribuyen la condición de representantes de la ley, lleva al ahorcamiento de tres hombres inocentes.
No se puede imponer el Estado de Derecho. Los esfuerzos bienintencionados de algunos de los miembros del grupo que dan captura a los tres presuntos culpables son baldíos. Siete hombres justos, que previamente han aceptado que la mayoría decidirá lo que se ha de hacer, no pueden contrarrestar quince o veinte hombres ávidos de sangre y venganza. El mensaje de la película no es, por tanto, optimista y la aportación de 25$ de cada miembro de la partida para la viuda del personaje de Dana Andrews, sin ninguna reflexión y una vez han tenido conocimiento de su inocencia, es muy insuficiente.
La dirección de William Wellmann es eficaz y a la vez elegante, dejando en off el justo momento del ahorcamiento igual que no nos dejaba ver el rostro del primer soldado muerto que encuentra Robert Mitchum en "Tambíén somos seres humanos". Wellmann, veterano del cine mudo, no necesita más metraje para dar intensidad a un buen guión, en el que destaca también la interpretación de Henry Fonda, capaz de dar esa integridad a los personajes, si bien aquí un poco menos ya que, en el fondo, no puede ser más que un mero espectador de la barbarie.
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